Edward Cullen se encontraba a cuatro coches de distancia, y me miraba con rostro de espanto. Su semblante destacaba entre un mar de caras, todas con la misma expresión horrorizada. Pero en aquel momento tenia mas importancia una furgoneta azul oscuro que patinaba con las llantas bloqueadas chirriando contra los frenos, y que dio u brutal trompo sobre el hielo del aparcamiento. Iba a chocar contra la parte posterior del monovolumen, y yo estaba en medio de los dos vehículos. Ni siquiera tendría tiempo para cerrar los ojos.
Algo me golpeo con fuerza, aunque no desde la dirección que esperaba, inmediatamente antes de que escuchara el terrible crujido que se produjo cuando la furgoneta golpeo contra la base de mi coche y se plegó como un acordeón. Me golpee la cabeza contra el asfalto helado y sentí que algo frió y compacto me sujetaba contra el suelo. Estaba tendida en la calzada, detrás del coche color café que estaba junto al mio, pero no tuve ocasión para advertir mas porque la camioneta seguía acercándose. Después de raspar la parte trasera del monovolumen, había dado la vuelta y estaba a punto de aplastarme de nuevo.
Algo me golpeo con fuerza, aunque no desde la dirección que esperaba, inmediatamente antes de que escuchara el terrible crujido que se produjo cuando la furgoneta golpeo contra la base de mi coche y se plegó como un acordeón. Me golpee la cabeza contra el asfalto helado y sentí que algo frió y compacto me sujetaba contra el suelo. Estaba tendida en la calzada, detrás del coche color café que estaba junto al mio, pero no tuve ocasión para advertir mas porque la camioneta seguía acercándose. Después de raspar la parte trasera del monovolumen, había dado la vuelta y estaba a punto de aplastarme de nuevo.
Me percate de que había alguien a mi lado al oír una maldición en voz baja, y era imposible no reconocerla. Dos grades manos blancas se extendieron delante de mi para protegerme y la furgoneta se detuvo vacilante a treinta centímetros de mi cabeza. De forma providencial, ambas manos cabían en la profunda abolladura del lateral de la carrocería de la furgoneta.
Entonces, aquellas manos se movieron con tal rapidez que se volvieron borrosas. De repente, una sostuvo la carrocería de la furgoneta por debajo mientras algo me arrastraba. Empujo mis piernas hasta que toparon con los neumáticos del coche marrón. Con un seco crujido metálico que estuvo a punto de perforarme los timpanos, la furgoneta cayó pesadamente en el asfalto entre el estrépito de las ventanas al hacerse añicos. Cayó exactamente donde hacia solo un segundo estaban mis piernas.
Entonces, aquellas manos se movieron con tal rapidez que se volvieron borrosas. De repente, una sostuvo la carrocería de la furgoneta por debajo mientras algo me arrastraba. Empujo mis piernas hasta que toparon con los neumáticos del coche marrón. Con un seco crujido metálico que estuvo a punto de perforarme los timpanos, la furgoneta cayó pesadamente en el asfalto entre el estrépito de las ventanas al hacerse añicos. Cayó exactamente donde hacia solo un segundo estaban mis piernas.
Reino un silencio absoluto durante un prolongado segundo antes de que todo el mundo se pusiera a chillar. Oí a mas de una persona que me llamaba en la repentina locura que se desato a continuación, pero en medio de todo aquel griterío escuche con mayor claridad la voz suave y desesperada de Edward Cullen que me hablaba al oído.
-¿ Bella? ¿Cómo estás?
- Estoy bien.
Mi propia voz me resultaba extraña. Intente incorporarme entonces me percate de que me apretaba contra su costado con la mano de acero.
- Ve con cuidado- dijo mientras intentaba soltarme-.
Creo que te has dado un buen porrazo en la cabeza.
Sentí un dolor palpitante encima del oído izquierdo.
-¡Ay!- Exclamé, sorprendida.
- Tal y como pensaba...
- Tal y como pensaba...
Por increíble que pudiera parecer, daba la impresión de que intentaba contener la risa.
-¿Cómo demo...? - Me paré para aclarar las ideas y orientarme-. ¿Cómo llegaste aquí tan rápido?
-Estaba a tu lado, Bella - dijo; el tono de su voz volvía a ser serio.
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